miércoles, 21 de marzo de 2012

UNA LECCIÓN QUE DEBERÍA APRENDER ENRIQUE ALFARO.





TODO O NADA, EL JUEGO INOPERANTE DE LA FALTA DE NEGOCIACIÓN EN POLÍTICA. 
 Por: Netzahualcóyotl Zaragoza Jiménez. 


Cuando el 28 de junio de 1919, en el Salón de Los Espejos del Palacio de Versalles, en los suburbios de París, se firmaba el final de la Primera Guerra Mundial entre Alemania y los países aliados, nadie imaginaba que se estaban sentando las bases para que, 20 años después, se desatara otra guerra Mundial aún más sangrienta y determinante para el mundo entero.


 ¿Qué era lo que había sucedido, para que un Tratado de Paz fuera la pieza clave para cimentar el camino hacia otra guerra? Sencillamente que el ganador (Francia y los países aliados) ganaba todo (territorios, indemnizaciones de guerra, imposiciones económicas, militares y laborales al vencido) y el perdedor perdía todo lo expuesto en la guerra (territorios, indemnizaciones de guerra e imposiciones económicas, militares y laborales humillantes). 


Habiendo entrado Alemania a esta guerra más por fuerza de cumplir un tratado de alianza con el Imperio Austrohúngaro que por propia motivación, al momento de negociar su rendición lo hizo tan desastrosamente mal, y los franceses y sus aliados se condujeron tan implacablemente absolutos y voraces, que sin ser Alemania el país iniciador de las hostilidades cargó con durísimos años de derrota que se tradujeron en desempleo generalizado en todo su territorio, en estancamiento, inflación, hambre, miseria y, sobre todo, en un sentimiento general de humillación en el altivo pueblo alemán, el cual Adolfo Hitler captó y aprovechó para vender la ilusión de un Tercer Reino grandioso y admirable que duraría mil años. 


Lo que había fallado por ambas partes, pero sobre todo por parte de Francia, es un precepto básico en Política: hay que dejar siempre una salida digna al oponente; es irresponsable obligar a que el perdedor pierda todo pues esto es, de facto, el fracaso de la política. 


 Este episodio nos debe ilustrar sobre lo sucedido recientemente entre Enrique Alfaro y Raúl Padilla López, dos personajes políticos que han jugado mal sus cartas puesto que se han enfrascado en el juego del “Todo o Nada”. 


 En el forcejeo por lograr la candidatura de unidad de las izquierdas –tratando de seguir el ejemplo de Andrés Manuel López Obrador en su candidatura por la Presidencia de la República-, Enrique Alfaro ha intentado en dos ocasiones obtener todo, sin matices ni grados, ante Raúl Padilla, quien tiene la costumbre de no ceder nada. Primero, cuando quiso obtener el control del PRD y, al no lograrlo, abandonó ese partido, en un mal cálculo de su real fuerza ante un cacique tan experimentado como Padilla. ¿Qué es lo que hizo Andrés Manuel en una situación semejante, con los “Chuchos” en la dirección del PRD Nacional? Pidió licencia, se hizo a un lado sin enfrascarse en aventuras predestinadas al fracaso como “controlar el PRD y hacerse de todo el partido”, y se dedicó a recorrer el país y a construir MORENA. No arriesgó todo: no perdió todo. Cedió : ganó. Triunfó la política y la estrategia. 


 El segundo momento del forcejeo TODO o NADA, lo acabamos de ver en la designación final del candidato del PRD a Gobernador del Estado, que en apariencia tenía ya “planchada” Alfaro. No pudo o no supo negociar con Padilla, y la pretendida candidatura de unidad de las Izquierdas se vino abajo, diluyéndose con ello sus posibilidades reales de ganar Alfaro la Gobernatura del Estado. Ya sea problemas de sucesión interina con Quirino o Del Toro en el Municipio de Tlajomulco, palomeos definitivos de diputaciones estatales, o cualquier otra divergencia con Padilla, lo cierto es que no cedió ni uno ni otro personaje. Y el resultado fue que el PRD tiene ahora su propio candidato, y que Enrique Alfaro no tiene el apoyo de un partido fundamental para sus expectativas reales de éxito. 


 En esta conclusión del juego TODO O NADA de Padilla y Alfaro entra un nuevo elemento: TODOS PERDEMOS. Pierde Alfaro sus posibilidades reales de ganar; pierde AMLO la unidad de Jalisco en términos de su necesidad de promoción/defensa del voto Federal por parte de las izquierdas; pierde la sociedad una oportunidad de cambiar realmente las cosas, y pierde Padilla ya que –al igual que Francia- está arrinconando a sus fuerzas opositoras a un camino sin salida que puede, en su momento, tomar opciones no electorales y no políticas para restituir el balance.

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