Por: Gabriel Bagundo Medina
La tarde del 8/9, EPN presentó a la cámara de Diputados su
iniciativa de reforma hacendaria, después tuvo el cinismo de dar un mensaje
para embellecer su reforma, en realidad dirigido a la burguesía nacional e
internacional, quienes no pudieron dejar de sonreír de oreja a oreja –en vivo-
con ciertas medidas. Con furia, muchos trabajadores pudieron reconocer a sus
“dirigentes” sindicales sentados codo a codo con los grandes empresarios
nacionales, y en la misma sala que la plana mayor del Pacto por México.
La reforma hacendaria implica modificar los artículos 4to y
123 constitucionales, que se refieren al ¡derecho humano de la salud! en la
lógica de desestructurar el sistema de salud que ahora existe y privatizarlo
bajo la máscara de “seguros universales” ¡privados!; además modifica el
artículo del trabajo y la previsión social para “incentivar” condiciones
precarias por Ley. Además, contempla la creación de 4 leyes nuevas, modificación
a 2, y la creación de nuevas áreas administrativas como el “Instituto Nacional
del Emprendedor” (pese a que, advirtió EPN, su próximo golpe a la clase obrera
estará dirigido a los trabajadores administrativos del Estado, al anunciar que
“compactará algunas unidades administrativas”).
En términos internacionales, EPN prometió al FMI y a los
organismos económicos mundiales (BCE, BM, etc.) que la reforma consistiría en
cambios profundos en el gasto público para garantizar que “por Ley, se daría la
regla de un tipo de balance estructural que permita tener ahorro para futuras
eventualidades de la crisis externa”, es decir: poder dar los ahorros
nacionales, producto del trabajo mexicano, ¡a los organismos financieros
internacionales para “regular” el precio del dólar!
Pese a que, maquillando sus cifras y porcentajes, trató de
presentarla reforma como una “social” al fanfarronear que habría “cobertura
universal de seguridad social”, la clase obrera no puede ver en eso ninguna
conquista, porque está basado la lógica de “ahorrar” dejando de invertir en
profesores del magisterio nacional, en Pemex, etc.) ofreciendo servicios malos,
precarios, pero “universales” (todas y todos sabemos perfectamente lo mal que
funcionó su “seguro popular”) ¡todo para ofrecer “mejores condiciones
laborales” a la patronal!; Luis Videgaray atinó a decir que durante las décadas
del neoliberalismo la “productividad” y crecimiento del país había tenido
niveles de “contracción” del 0.4 anual, y que la reforma se encargaría de incentivar
la productividad del país. En una economía como la mexicana eso se puede decir
también como: garantizar que la explotación de los trabajadores sea ¡aún más
intensiva!
¿Y qué decir de su “seguro de desempleo”? No es otra cosa
que inversión como créditos al consumo para favorecer a los capitalistas, aun
cuando haya altos niveles de desempleo. EPN tuvo el descaro de ofrecer esto
como un “incentivo” para pasar de la “informalidad” al empleo “formal”, o mejor
dicho: al desempleo generalizado ¡pero con dinero para que las empresas de
bienes básicos sigan vendiendo a costa del dinero público. El aumento de
“créditos” serán para que la clase obrera pueda endeudarse por años para
adquirir vivienda, lo cual debería ser un derecho social. Pero a la par, la “banca
de desarrollo” ofrece a los empresarios habrá mejores condiciones de aumentar
sus negocios.
Además, para los hombres de negocios, EPN dio un paso atrás
en lo que había sido una medida contra el lavado de dinero y quitó el impuesto
a “depósitos en efectivo” (al efectuar operaciones desde 15mil) a la par que
anuncia modificaciones al ISR de los trabajadores y la creación de “impuestos
verdes” a las gasolinas. También dio un paso atrás en gravar con IVA a
alimentos y medicinas, porque por ahora no se atrevió a enturbiar la situación
social producto del ataque contra el pueblo trabajador, ahora enfocado en el
magisterio nacional. EPN tuvo el descaro de decir que su reforma combatiría la
obesidad infantil ¡cuando hace unas semanas desapareció la Dirección General de
Educación Física y su Escuela Superior como parte del golpe a la educación
pública que quiere imponer.
La reforma hacendaria es un duro golpe al pueblo pobre y
trabajador, que pone a tono las reformas económicas de EPN con el golpe que la
burguesía mundial y los gobiernos burgueses quieren imponer contra la clase
obrera. La crisis capitalista se sigue descargando en los hombros de los
trabajadores, pero estos comienzan a levantarse en todo el mundo. Para conducir
la lucha obrera al triunfo es necesario discutir una política revolucionaria y
pelear por ella en un gran partido de trabajadores revolucionarios.
Un programa económico de los trabajadores plantearía que es
necesario pelear por un aumento de emergencia a los salarios, el control obrero
y popular de los precios, de manera urgente en la canasta básica. Sólo la
nacionalización de la banca, el no pago de la deuda, el monopolio estatal del
comercio exterior y el control de los flujos de c apitales (¡basta de
regalarlos al FMI!), junto con la apropiación íntegra de la renta agraria, y la
renacionalización de PEMEX –incluidas todas las ya privatizadas- bajo control
de sus trabajadores, puede evitar que la crisis la sigan pagando los
trabajadores, el campesinado y el pueblo pobre. Todas medidas que sólo puede
tomar un gobierno de los trabajadores.
Gabriel Bagundo Medina. Posgrado en Economía-UNAM. Liga de
Trabajadores por el Socialismo-FT/CI
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