Por:
Netzahualcóyotl Zaragoza Jiménez.
Michoacán es
el Estado de la República que produce más mineral de hierro en el país, y China
–en su explosivo crecimiento y compulsión productiva- es una economía que
requiere de enormes cantidades de hierro necesario para la elaboración de acero,
que es un insumo indispensable para su crecimiento industrial y habitacional.
En un país
“normal” estos dos datos apuntados serían una extraordinaria noticia,
abriéndose la oportunidad de comerciar internacionalmente a largo plazo con la
segunda economía mundial.
Pero en vez de esto, lo que ha venido sucediendo desde 2010 hasta la fecha, es un proceso de descomposición profunda del Estado de Michoacán, erigiéndose en un Estado fallido, con ausencia completa de control y legalidad, en donde 25,000 habitantes armados –que pueden llegar a ser 140,000 según su propio dicho- están peleando por su vida contra el grupo mafioso denominado “Los Caballeros Templarios”.
Pero en vez de esto, lo que ha venido sucediendo desde 2010 hasta la fecha, es un proceso de descomposición profunda del Estado de Michoacán, erigiéndose en un Estado fallido, con ausencia completa de control y legalidad, en donde 25,000 habitantes armados –que pueden llegar a ser 140,000 según su propio dicho- están peleando por su vida contra el grupo mafioso denominado “Los Caballeros Templarios”.
¿Cómo es que
esto llegó a suceder? En las siguientes líneas apuntamos las razones que
articulan una explicación para Michoacán.
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Arteaga es
un pequeño pueblo de Michoacán, escondido tras caminos montañosos y localizado
a solo una hora del Puerto de Lázaro Cárdenas. En Arteaga es donde nació
Servando Gómez “La Tuta”, un ex-profesor que habiendo dejando la docencia
organizó y lideró primero a un grupo criminal denominado LA FAMILIA, y después,
de 2010 en adelante, a una mafia que se hizo llamar LOS CABALLEROS TEMPLARIOS.
Habiendo
nacido en Arteaga, La Tuta ha conocido desde siempre la riqueza de toda esa
zona respecto del mineral de hierro, de
tal forma que en el año de 2010 se planteó, junto con su grupo delictivo, la
posibilidad de diversificar sus actividades mafiosas, que hasta el momento se
componían del cultivo y producción de marihuana, el robo de automóviles, la
trata de personas, el secuestro generalizado y la extorsión por la vía del
cobro de cuotas de protección (al más puro estilo de las mafias italianas de
EEUU).
Como
cualquier grupo delictivo mexicano, La Tuta organizó su grupo mafioso en
coordinación con el gobierno estatal de la zona donde opera, en este caso el de
Michoacán, y con protección de los niveles federales, para operar con libertad al
recibir apoyo de la policía federal y del ejército, en una cadena de
funcionamiento que baña de corrupción a todos los niveles del gobierno. Así que
no cuesta trabajo imaginar que desde algún nivel de gobierno pudo surgir la
idea de extraer ilegalmente el abundante hierro de la zona, y venderlo a China,
tan ávida de este mineral. O bien, habiendo sido La Tuta un profesor más o
menos competente, pudo él mismo ser quien vio la oportunidad de traficar ilegalmente
con hierro y venderlo al inmenso país oriental.
El caso es que de 2010 en adelante comenzaron a transitar cientos y cientos de camiones cargados de hierro, dirigiéndose al Puerto de Lázaro Cárdenas, al grado de pasar las exportaciones –legales e ilegales- de 1 millón de toneladas en 2010 a 4 millones anuales en 2013, en donde la mitad por lo menos son ilegales procedentes de los Caballeros Templarios.
El caso es que de 2010 en adelante comenzaron a transitar cientos y cientos de camiones cargados de hierro, dirigiéndose al Puerto de Lázaro Cárdenas, al grado de pasar las exportaciones –legales e ilegales- de 1 millón de toneladas en 2010 a 4 millones anuales en 2013, en donde la mitad por lo menos son ilegales procedentes de los Caballeros Templarios.
El negocio
se apoya en varios pilares, según testimonios de funcionarios locales, mineros
y empresarios. En primer lugar, los Caballeros Templarios controlan el
movimiento del mineral de hierro. Tras volverse el grupo dominante en el Puerto
de Lázaro Cárdenas hace algunos años, el cártel exigió a las cooperativas
locales de transporte pagos a cambio de protección.
En segundo
lugar, ayudaron a los extractores locales a apropiarse de áreas mineras que no
habían sido reclamadas por otros, o que estaban fuera del control de los
propietarios de concesiones, para luego exigir su cuota en el negocio. Esta
apropiación de las áreas mineras implica, necesariamente, desplazamiento de los
habitantes de dichas áreas.
Y
finalmente, el cártel presionó a funcionarios de aduanas para asegurar que el
mineral de hierro pase por el puerto sin problemas. “En Michoacán la mayor
parte de los grupos que se dedican a la minería son Caballeros Templarios o
pertenecen a ellos. Tienen toda la cadena de producción”, señaló un funcionario
local.
De esta
forma, alimentada por el apetito de los compradores en China -a quienes por
cierto también se les amenazó y coaccionó para comprar hierro mexicano ilegal-,
se llegó en 2013 al extremo de que casi la mitad de la actividad minera en la
zona fue realizada sin los permisos portuarios adecuados, logrando la mafia
templaria un negocio en torno al puerto de 2 mil millones de dólares al año,
según lo declarado por el propio Gobernador Fausto Vallejo.
Este
explosivo crecimiento de la actividad minera de los Templarios redundó en que
pronto se salieran del control federal, al grado de que en Noviembre pasado se
hizo el intento de poner freno al paso ilegal de mineral en el Puerto de Lázaro
Cárdenas, asumiendo la Marina el control
de las autoridades portuarias y reforzando la seguridad.
Ahora bien,
las actividades delictivas tradicionales como la siembra y tráfico de marihuana
en la sierra michoacana, el robo de autos, el secuestro y la venta de
protección no implican desplazamiento de habitantes para llevarlas a cabo, pero
la actividad minera ilegal sí requiere del desplazamiento de los habitantes de
las zonas mineras –dueños de la tierra o no, pero que de cualquier forma
estorban-. Y este ingrediente es el que ha
saturado al máximo la presencia de los Templarios en la vida de las comunidades
de Michoacán: no solo están presentes en la sierra sembrando y cultivando
marihuana, o robando y traficando autos, o secuestrando, violando y vendiendo a
muchachitas michoacanas en redes de prostitución; o cobrando protección a
cuanto negocio tenga la ¿fortuna? de permanecer abierto en las comunidades y
ciudades michoacanas. Ahora resulta que también es necesario abandonar las
tierras -donde por generaciones han vivido- para que se pueda extraer sin contratiempos
el hierro a vender a China. Y la combinación de estos factores resulta
intolerable para cualquiera, llegando a una disyuntiva vital: o ellos o nosotros.
Y esto es lo
que han hecho los Grupos de Autodefensas de Michoacán: pelear por su vida; pelear
ante los Templarios, y pelear ante el ejército enviado por Peña Nieto que les
exige deponer las armas, pero que en contrario no exige lo mismo a los
Templarios, mostrando así de qué lado está dicho ejército que, en teoría,
debiera estar para proteger a la población.
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