Por: John M. Ackerman
Las expresiones de júbilo de los legisladores federales al aprobar la contrarreforma energética recuerdan los depravados banquetes del clan de los Borgia en Italia en el siglo XV. Aquella poderosa familia controló política y economía en El Vaticano durante décadas y terminó hundiéndose en un oscuro pozo de decadencia ética y moral. Para entender lo que está pasando hoy en la política nacional se recomienda ver la película de Antonio Hernández (Los Borgia) que retrata a todo color el robo, las traiciones, los asesinatos, la corrupción y las depravaciones de este antecedente histórico del PRIANRD. Y para complementar la cartelera durante esta época navideña se recomienda volver a ver La ley de Herodes, de Luis Estrada y con la insuperable actuación de Damián Alcázar, estrenada en 1999 pero hoy más vigente que nunca por retratar de manera fiel el corrupto, hipócrita y entreguista estilo de gobernar del PRI y de sus aliados panistas y perredistas.
En lugar de corregir los graves problemas y peligros con la iniciativa
de reforma energética originalmente presentada en septiembre (Video de
mi análisis aquí: http://ow.ly/rFXcO),
en total sigilo Enrique Peña Nieto junto con sus más cercanos aliados,
socios y amigos abrieron todos los candados para permitir casi cualquier
tipo de “contrato” o “licencia” con particulares y así permitir el
control total sobre el petróleo nacional por empresas extranjeras. En
lugar de “modernizar” o combatir la corrupción en PEMEX, la reforma
aprobada por el Congreso de la Unión, en apenas cuatro días y en
flagrante violación de los procedimientos legislativos, convierte esta
empresa estatal primero en un contratista más de la Secretaría de
Energía para posteriormente proceder a su total desmantelamiento y
desaparición.
El proceso de reparto del territorio nacional entre las diferentes
empresas y contratistas privadas estará enteramente en manos del
Ejecutivo Federal, sin intervención alguna del Poder Legislativo. A
todos y cada uno de los cómplices de Peña Nieto les tocará su parte,
incluyendo los representantes de la supuesta “izquierda” quienes hoy
fingen su oposición a la reforma pero que con el “Pacto por México”
generaron las condiciones necesarias para su aprobación. “Para todos
hay” y “No me des, ponme donde hay” son lemas típicos del priísmo
histórico que hoy retornan con una fuerza sin precedentes.
Las instituciones públicas y la clase política entera se rinden ante los
cañonazos de 50 mil dólares que hoy ya empiezan a repartirse entre
cualquiera dispuesto a agachar la cabeza y estirar la mano. El enorme
fraude histórico del rescate bancario de FOBAPROA, orquestado por
Ernesto Zedillo otro fatídico 12 de diciembre (de 1998) y que hoy todos
los mexicanos seguimos pagando, resultará ser peccata minuta en
comparación con el enriquecimiento ilícito que se generará a raíz de las
nuevas “reglas” para la explotación del petróleo nacional.
A Peña Nieto y sus cómplices simplemente no les importa la enorme
desaprobación ciudadana en su gobierno o el contundente rechazo popular a
la privatización de la industria petrolera. Los mecanismos
“democráticos” les tienen sin cuidado. Ellos mismos han señalado
públicamente que no les interesa la “popularidad” ciudadana o siquiera
la legitimidad institucional. Lo único que les preocupa es acumular
personalmente suficientes recursos para poder comprar la siguiente
elección y así evitar cualquier rendición de cuentas histórica con
respecto a los atracos de su gestión.
Una vez que se publique la contrareforma energética en el Diario Oficial
de la Federación podremos olvidarnos de la falsa fachada de “mesura” y
pluralidad política que ha venido simulando el PRI-gobierno desde su
retorno a Los Pinos. Ya con “los pelos del burro en la mano” y con la
urgente necesidad de cubrir el enorme “hueco fiscal” generado por la
privatización de la renta petrolera, Peña Nieto no dudará en implementar
un aumento generalizado al IVA, exprimir aún más a los contribuyentes
cautivos, impulsar onerosas cuotas para los estudiantes de las
universidades públicas e inventar miles de otras maneras para financiar
al saqueo.
En 1938, miles de ciudadanos acudieron al Zócalo de la Ciudad de México
para donar voluntariamente sus humildes posesiones para ayudar al
gobierno del General Lázaro Cárdenas a pagar las indemnizaciones de la
expropiación petrolera. Hoy el pueblo trabajador pagará de nuevo, pero
en esta ocasión el monto será mucho mayor, las contribuciones serán
obligatorias y no serán motivo de orgullo sino de indignación.
Esta inaceptable actuación de la clase política está tipificada en el
Código Penal Federal en su artículo 123, fracción I donde señala que
comete el delito de “traición a la patria” quien “realice actos contra
la independencia, soberanía o integridad de la Nación mexicana con la
finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero”.
Difícilmente podríamos encontrar una mejor descripción para las
acciones tomadas por el Congreso de la Unión en los últimos días. Los
legisladores de la supuesta “oposición” tendrían que tener la dignidad y
la valentía para renunciar inmediatamente a sus cargos para no ser
cómplices del atraco.
Quienes cifran sus esperanzas en la realización de una eventual
“consulta” sobre la reforma energética (en 2015) se engañan a sí mismos o
de plano le mienten al pueblo. Buscan volver a darnos “atole con el
dedo”. La Ley de Consulta Popular incluye tantos candados que
difícilmente podría aplicarse en el caso energético. El PRI-gobierno
trabajará de la mano con sus amigos en la Suprema Corte para asegurar
que ello no ocurra. Argumentarán, por ejemplo, que el tema energético
está íntimamente relacionado con “los ingresos y gastos del Estado” y
por lo tanto excluido como materia de consulta por el artículo 35
constitucional.
La única esperanza en este momento sería detener la publicación de la
reforma en el Diario Oficial de la Federación y después evitar la
aprobación de las leyes secundarias en la materia. Pero ello solamente
será posible si se multiplican las muestras de desobediencia civil
pacífica a lo largo y ancho de la República.
Recordemos que apenas 21 meses después del cobarde asesinato de
Francisco I. Madero por Victoriano Huerta el 22 de febrero de 1913, los
Generales Emiliano Zapata y Francisco Villa entraron victoriosos a la
Ciudad de México el 6 de diciembre de 1914. Peña Nieto ya ganó su lugar
en la historia como el Victoriano Huerta de nuestros tiempos. Pero en
lugar de esperar la llegada de un nuevo Zapata u otro Villa,
inspirémonos todos en su legado para tomar acción desde hoy mismo para
juntos salvar la Patria del saqueo.
El artículo 39 de nuestra gran Constitución revolucionaria señala sin
rodeos que “la soberanía nacional reside esencial y originariamente en
el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para
beneficio de este. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho
de alterar o modificar la forma de su gobierno”. Hagamos valer
nuestros derechos y defendamos nuestra Carta Magna de los traidores a la
Patria.
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