Por:
Netzahualcóyotl Zaragoza Jiménez.
1.- LA LUZ.
En 1980 José
López Portillo reaccionó violentamente ante las críticas de la Revista Proceso,
al frente de la cual estaba su Fundador Julio Scherer García, al evaluar que dicho
presidente “… al cuarto año de gobierno había ya perdido las formas y se pensaba
dueño del poder y dueño de una vida ilimitada”. Eran los tiempos de la
corrupción escandalosa de Durazo Moreno con su “Partenón”, del romance grosero
de López Portillo con su subalterna, la titular de Programación y Presupuesto
Rosa Luz Alegría, primero, y la encueratriz Sasha Montenegro, después; de la demagogia de preparar
al país para la “administración de la abundancia” al haber decubierto un
humilde pescador de Campeche llamado Cantarell el impresionante venero
petrolero denominado con ese mismo nombre, y de mil y una formas de escandalosa
corrupción y frivolidad en la dirección del país.
Cada semana
la revista Proceso consignaba rigurosamente estos hechos, puntualizando los
evidentes desaciertos del régimen de López Portillo, hasta que el propio
presidente orquestó un boicot publicitario de la propaganda oficial y de los
principales industriales del país, instándolos a que no se anunciaran en el
semanario. “No pago para que me peguen”, fue el razonamiento de López Portillo,
y se vinieron meses muy duros para el crítico semanario surgido del golpe a
Excelsior. El desbalance económico fue
de tal magnitud que Proceso debió despedir a una parte importante de su
personal y cerrar su Agencia de Noticias llamada CISA (Comunicación e
información SA).
En verdad el
golpe había sido muy duro, pero el año y medio que le restaba a López Portillo
como Presidente lo capotéo dignamente Scherer sin doblegarse ni acallar su voz
crítica y analítica del acontecer nacional.
2.- LA
SOMBRA.
En 1970
Rafael Rodríguez Castañeda ingresó al Periódico Excelsior donde fue,
sucesivamente, redactor, corrector de estilo y reportero. Tras el golpe del
gobierno de Luis Echeverría Álvarez contra la dirección de Scherer, en julio de
1976, Rodríguez Castañeda formó parte del grupo de colaboradores y personal que
abandonó el periódico en solidaridad con su director, y formaron el semanario
PROCESO en noviembre de ese mismo año, desempeñando labores de reportero.
En 1999, a
la jubilación de Julio Scherer, Rafael Rodríguez Castañeda ocupó la dirección
de esta revista, que por más de 40 años ha sido la más importante del país.
Solo que bajo la dirección de Rafael ni la calidad, ni la fortaleza, ni el
indoblegable sentido crítico característico de PEOCESO fueron los mismos, al
grado de que muchos analistas, escritores e intelectuales la continuaron
leyendo y tomando como referencia, solo que ahora con reservas y suspicacias
que antes eran, si no impensables, sí cuando menos muy poco frecuentes bajo la
Dirección de Scherer.
En las últimas semanas de Diciembre de 2013, Jaime
Avilés realizó un esclarecedor resumen de la situación tan grave en la que fue
colocado el país por Enrique Peña Nieto y sus patrones, el cual denominó “MÉXICO
YA NO EXISTE” y que publicó on-line en la web PROYECTO DIEZ http://www.proyectodiez.mx/2013/12/14/mexico-ya-no-existe-parte-1-de-3-desfiladero/38663
En una de
sus partes más importantes, Avilés señala lo siguiente sobre la Reforma
Energética de Peña Nieto: “La privatización de Pemex fue arreglada
en varios escenarios simultáneamente entre el otoño de 2011 y el invierno de
2012: en el exterior, con el gobierno de Estados Unidos, la OCDE, la Unión
Europea, el FMI, el Banco Mundial, las petroleras texanas, la inglesa British
Petroleum y la española Repsol.
En el ámbito
de la clase política la Privatización fue arreglada con las dirigencias del PAN
y del PRD, así como con los directivos de los medios de comunicación, sin
exclusión de La Jornada ni de Proceso, publicaciones que mucha gente considera
de “izquierda”. Durante la campaña electoral de Peña Nieto, La Jornada no
informó acerca de la compra de votos a medida que ésta se realizaba etapa por
etapa, tampoco reportó los actos represivos en que fueron molidos a golpes los
antipatizantes del copetón oligofrénico, ni mucho menos vio prácticas fraudulentas
el día de los comicios. Apergollados por la sequía económica en que Luis
Videgaray, Secretario nominal de Hacienda, mantuvo el país a lo largo de 2013,
todos los medios, como en los viejos tiempos del partido único, se pusieron
incondicionalmente al servicio del “señor presidente”, con actitudes lacayunas
de la época de Díaz Ordaz. Más les valía no salirse del huacal porque si se atrevían
con qué iban a pagar la nómina de sus periodistas, a los que algunos casos
obligaron a firmar como “información exclusiva”, supuestas noticias que no eran
sino inserciones publicitarias pagadas.”
Así que en
los numerosísimos hilos y madejas que Peña Nieto y su “equipo” debió amarrar y planchar
para poder instaurar la Reforma Energética, no solo dichos hilos fueron las
complejas negociaciones con los dueños mundiales del dinero (FMI, Reserva
Federal de USA, OCDE, etc.), ni las interminables discusiones sobre cuántos
miles de millones de barriles podían “legalmente” las petroleras asentar en sus
libros contables (es decir, el monto exacto de lo robado) para elevar el
precios de sus acciones y así comenzar a ganar aún cuando no hubieran todavía
extraído ni una sola gota de petróleo mexicano, sino que también los hilos que
debían estar fuertemente controlados eran los hilos informativos de los medios “de
izquierda” como La Jornada y Proceso, ya que estos medios, en el plan de acción
del despojo, desempeñarían invaluables servicios, como lo refiere Jaime Avilés,
en tanto medios creíbles y de buena reputación en todo momento y en todo
contenido, para los lectores poco atentos.
Así que en
algún momento de aquel lapso del otoño de 2011 y el invierno
de 2012, Peña Nieto (o alguno de sus negociadores) se reunieron con los directores
de La Jornada y de la Revista Proceso, y los amagaron con un boicot
publicitario al estilo López Portillo, o los convencieron, o chantajearon, o “compraron”, o hicieron lo que debían de hacer
para que se prestaran a ser vehículos de la fase de neutralización y
descalificación de los personajes que pudieran significar un peligro “a
posteriori” contra la Reforma Energética.
Y es aquí
que llega el numero 1949 de Proceso correspondiente a la semana del 5 al 12 de
Enero de 2014, que es de facto la prueba patente de que Rafael Rodríguez
Castañeda hizo lo que Scherer no hizo: doblarse.
En este número,
Proceso difunde como artículo principal de portada un reportaje del periodista
Jesús Esquivel en el que 3 ex/policías –sin divulgar su nombre por ser testigos
“protegidos” de la justica norteamericana- sostienen que Manuel Bartlett Diaz
(entonces Secretario de Gobernación) y Juan Arévalo Gardoqui (entonces titular
de la Secretaría de la Defensa de México), no solo permitieron la tortura y
muerte de Enrique Camarena, sino que de hecho estuvieron presentes en los
interrogatorios aplicados por Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca,
cabecillas de Cártel de Guadalajara.
Y la intención
del reportaje –así como del propio gobierno de USA- es el descrédito de
Bartlett, ya que con la divulgación de esta información su objetivo no es fincar
responsabilidad legal o penal al antiguo Secretario de Gobernación, ni tampoco clarificar el complejo entramado de la operación de narcotráfico
de la CIA para allegarse de recursos para financiar a los Contras que
combatieron la triunfante guerrilla Nicaragüence. Su objetivo es instalar en la
mente de los lectores de Proceso –líderes de opinión en muchos casos- de que
Bartlett es poco confiable como voz defensora del petróleo mexicano, ya que fue
de hecho “un torturador”. Es decir: ¿cómo le podemos creer a un personaje que
es tan tenebroso que presenciaba personalmente la tortura de un agente de la
DEA?
Está claro
que Manuel Bartlett Diaz, en su actuación como Secretario de Gobernación, operó
el fraude que instaló a Carlos Salinas de Gortari en la Presidencia de la
República; que como todo Secretario de Gobernación de un país autoritario como
México, debe tener numerosos “cadáveres en su clóset” y secretos inconfesables;
que es un hombre que en su momento fue el segundo más poderoso del país; que
fue un priísta connotado y que como tal actuó durante años y años. Para nada
una “blanca paloma”. Pero precisamente como hombre que conoce íntimamente los
mecanismos priístas y cómo piensan los gangsters del poder, lo hace tan
peligroso cuando con claridad y razonamientos se opone a la Reforma Energética y
al robo del petróleo mexicano.
Entonces
encaja la pieza del rompecabezas: es exactamente en el momento en que Manuel
Bartlett Díaz puede ser real peligro para Peña Nieto y sus socios, que 3
ex/policías deciden revelar que estuvo presente en la tortura de Camarena. Y
esto, por decir lo menos, es sospechoso. Hay que analizarlo, ver todo el
panorama, conectar cabos sueltos y pensar por sí mismo cada quien.
Yo en lo
personal pienso que, dado el tremendo peligro que se cierne sobre la Patria,
todo elemento de defensa es importante, toda acción patriótica es bienvenida,
aunque ésta provenga de alguien que de suyo tiene un pasado cuestionable por
haber sido un “hombre del sistema”. No nos podemos dar el lujo de hacer a un
lado a cualquiera que intente defender el petróleo, y mucho menos a alguien que
conoce por dentro al enemigo. ¿Cuestionar al Bartlett Secrerio de Gobernación,
Gobernador de Puebla, priísta, etc. etc.? Claro que si. Pero también apoyar al
Bartlett defensor importante en estos momentos del petróleo mexicano.
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