jueves, 9 de enero de 2014

Luz y Sombra del Semanario PROCESO.

Por: Netzahualcóyotl Zaragoza Jiménez. 

1.- LA LUZ.  
En 1980 José López Portillo reaccionó violentamente ante las críticas de la Revista Proceso, al frente de la cual estaba su Fundador Julio Scherer García, al evaluar que dicho presidente “… al cuarto año de gobierno había ya perdido las formas y se pensaba dueño del poder y dueño de una vida ilimitada”. Eran los tiempos de la corrupción escandalosa de Durazo Moreno con su “Partenón”, del romance grosero de López Portillo con su subalterna, la titular de Programación y Presupuesto Rosa Luz Alegría, primero, y la encueratriz  Sasha Montenegro, después; de la demagogia de preparar al país para la “administración de la abundancia” al haber decubierto un humilde pescador de Campeche llamado Cantarell el impresionante venero petrolero denominado con ese mismo nombre, y de mil y una formas de escandalosa corrupción y frivolidad en la dirección del país.

Cada semana la revista Proceso consignaba rigurosamente estos hechos, puntualizando los evidentes desaciertos del régimen de López Portillo, hasta que el propio presidente orquestó un boicot publicitario de la propaganda oficial y de los principales industriales del país, instándolos a que no se anunciaran en el semanario. “No pago para que me peguen”, fue el razonamiento de López Portillo, y se vinieron meses muy duros para el crítico semanario surgido del golpe a Excelsior.  El desbalance económico fue de tal magnitud que Proceso debió despedir a una parte importante de su personal y cerrar su Agencia de Noticias llamada CISA (Comunicación e información SA).

En verdad el golpe había sido muy duro, pero el año y medio que le restaba a López Portillo como Presidente lo capotéo dignamente Scherer sin doblegarse ni acallar su voz crítica y analítica del acontecer nacional.  

2.- LA SOMBRA.
En 1970 Rafael Rodríguez Castañeda ingresó al Periódico Excelsior donde fue, sucesivamente, redactor, corrector de estilo y reportero. Tras el golpe del gobierno de Luis Echeverría Álvarez contra la dirección de Scherer, en julio de 1976, Rodríguez Castañeda formó parte del grupo de colaboradores y personal que abandonó el periódico en solidaridad con su director, y formaron el semanario PROCESO en noviembre de ese mismo año, desempeñando labores de reportero.

En 1999, a la jubilación de Julio Scherer, Rafael Rodríguez Castañeda ocupó la dirección de esta revista, que por más de 40 años ha sido la más importante del país. Solo que bajo la dirección de Rafael ni la calidad, ni la fortaleza, ni el indoblegable sentido crítico característico de PEOCESO fueron los mismos, al grado de que muchos analistas, escritores e intelectuales la continuaron leyendo y tomando como referencia, solo que ahora con reservas y suspicacias que antes eran, si no impensables, sí cuando menos muy poco frecuentes bajo la Dirección de Scherer.

En las últimas semanas de Diciembre de 2013, Jaime Avilés realizó un esclarecedor resumen de la situación tan grave en la que fue colocado el país por Enrique Peña Nieto y sus patrones, el cual denominó “MÉXICO YA NO EXISTE” y que publicó on-line en la web PROYECTO DIEZ http://www.proyectodiez.mx/2013/12/14/mexico-ya-no-existe-parte-1-de-3-desfiladero/38663 


En una de sus partes más importantes, Avilés señala lo siguiente sobre la Reforma Energética de Peña Nieto:  “La privatización de Pemex fue arreglada en varios escenarios simultáneamente entre el otoño de 2011 y el invierno de 2012: en el exterior, con el gobierno de Estados Unidos, la OCDE, la Unión Europea, el FMI, el Banco Mundial, las petroleras texanas, la inglesa British Petroleum y la española Repsol.

En el ámbito de la clase política la Privatización fue arreglada con las dirigencias del PAN y del PRD, así como con los directivos de los medios de comunicación, sin exclusión de La Jornada ni de Proceso, publicaciones que mucha gente considera de “izquierda”. Durante la campaña electoral de Peña Nieto, La Jornada no informó acerca de la compra de votos a medida que ésta se realizaba etapa por etapa, tampoco reportó los actos represivos en que fueron molidos a golpes los antipatizantes del copetón oligofrénico, ni mucho menos vio prácticas fraudulentas el día de los comicios. Apergollados por la sequía económica en que Luis Videgaray, Secretario nominal de Hacienda, mantuvo el país a lo largo de 2013, todos los medios, como en los viejos tiempos del partido único, se pusieron incondicionalmente al servicio del “señor presidente”, con actitudes lacayunas de la época de Díaz Ordaz. Más les valía no salirse del huacal porque si se atrevían con qué iban a pagar la nómina de sus periodistas, a los que algunos casos obligaron a firmar como “información exclusiva”, supuestas noticias que no eran sino inserciones publicitarias pagadas.”

Así que en los numerosísimos hilos y madejas que Peña Nieto y su “equipo” debió amarrar y planchar para poder instaurar la Reforma Energética, no solo dichos hilos fueron las complejas negociaciones con los dueños mundiales del dinero (FMI, Reserva Federal de USA, OCDE, etc.), ni las interminables discusiones sobre cuántos miles de millones de barriles podían “legalmente” las petroleras asentar en sus libros contables (es decir, el monto exacto de lo robado) para elevar el precios de sus acciones y así comenzar a ganar aún cuando no hubieran todavía extraído ni una sola gota de petróleo mexicano, sino que también los hilos que debían estar fuertemente controlados eran los hilos informativos de los medios “de izquierda” como La Jornada y Proceso, ya que estos medios, en el plan de acción del despojo, desempeñarían invaluables servicios, como lo refiere Jaime Avilés, en tanto medios creíbles y de buena reputación en todo momento y en todo contenido, para los lectores poco atentos.

Así que en algún momento de aquel lapso del otoño de 2011 y el invierno de 2012, Peña Nieto (o alguno de sus negociadores) se reunieron con los directores de La Jornada y de la Revista Proceso, y los amagaron con un boicot publicitario al estilo López Portillo, o los convencieron, o chantajearon, o “compraron”, o hicieron lo que debían de hacer para que se prestaran a ser vehículos de la fase de neutralización y descalificación de los personajes que pudieran significar un peligro “a posteriori” contra la Reforma Energética.

Y es aquí que llega el numero 1949 de Proceso correspondiente a la semana del 5 al 12 de Enero de 2014, que es de facto la prueba patente de que Rafael Rodríguez Castañeda hizo lo que Scherer no hizo: doblarse.


En este número, Proceso difunde como artículo principal de portada un reportaje del periodista Jesús Esquivel en el que 3 ex/policías –sin divulgar su nombre por ser testigos “protegidos” de la justica norteamericana- sostienen que Manuel Bartlett Diaz (entonces Secretario de Gobernación) y Juan Arévalo Gardoqui (entonces titular de la Secretaría de la Defensa de México), no solo permitieron la tortura y muerte de Enrique Camarena, sino que de hecho estuvieron presentes en los interrogatorios aplicados por Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca, cabecillas de Cártel de Guadalajara.

Y la intención del reportaje –así como del propio gobierno de USA- es el descrédito de Bartlett, ya que con la divulgación de esta información su objetivo no es fincar responsabilidad legal o penal al antiguo Secretario de Gobernación, ni tampoco clarificar el complejo entramado de la operación de narcotráfico de la CIA para allegarse de recursos para financiar a los Contras que combatieron la triunfante guerrilla Nicaragüence. Su objetivo es instalar en la mente de los lectores de Proceso –líderes de opinión en muchos casos- de que Bartlett es poco confiable como voz defensora del petróleo mexicano, ya que fue de hecho “un torturador”. Es decir: ¿cómo le podemos creer a un personaje que es tan tenebroso que presenciaba personalmente la tortura de un agente de la DEA?

Está claro que Manuel Bartlett Diaz, en su actuación como Secretario de Gobernación, operó el fraude que instaló a Carlos Salinas de Gortari en la Presidencia de la República; que como todo Secretario de Gobernación de un país autoritario como México, debe tener numerosos “cadáveres en su clóset” y secretos inconfesables; que es un hombre que en su momento fue el segundo más poderoso del país; que fue un priísta connotado y que como tal actuó durante años y años. Para nada una “blanca paloma”. Pero precisamente como hombre que conoce íntimamente los mecanismos priístas y cómo piensan los gangsters del poder, lo hace tan peligroso cuando con claridad y razonamientos se opone a la Reforma Energética y al robo del petróleo mexicano.

Entonces encaja la pieza del rompecabezas: es exactamente en el momento en que Manuel Bartlett Díaz puede ser real peligro para Peña Nieto y sus socios, que 3 ex/policías deciden revelar que estuvo presente en la tortura de Camarena. Y esto, por decir lo menos, es sospechoso. Hay que analizarlo, ver todo el panorama, conectar cabos sueltos y pensar por sí mismo cada quien.

Yo en lo personal pienso que, dado el tremendo peligro que se cierne sobre la Patria, todo elemento de defensa es importante, toda acción patriótica es bienvenida, aunque ésta provenga de alguien que de suyo tiene un pasado cuestionable por haber sido un “hombre del sistema”. No nos podemos dar el lujo de hacer a un lado a cualquiera que intente defender el petróleo, y mucho menos a alguien que conoce por dentro al enemigo. ¿Cuestionar al Bartlett Secrerio de Gobernación, Gobernador de Puebla, priísta, etc. etc.? Claro que si. Pero también apoyar al Bartlett defensor importante en estos momentos del petróleo mexicano.

Ya para terminar, les posteo una imagen que revela la ofensiva de Peña Nieto en Redes Sociales, y que va completamente de la mano con la ofensiva que le realizó a Bartlett. 



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